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Las historias intercaladas del "Quijote"

EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA - 1605

     La prosa cervantina se caracteriza por tener el denominado realismo cervantino, un punto medio entre el idealismo y el infrarrealismo. En el siglo XVI la literatura se encontraba polarizada, no solo la española, sino toda la europea. Existían dos tipos de prosa: la prosa idealista y la infrarrealista. La primera era aquella que trataba sucesos buenos, amables, con una visión heroica y positiva de los personajes. A esta categoría pertenecían las novelas de caballerías (como Amadís de Gaula), la pastoril (como La Diana de Jorge de Montemayor), la morisca (Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa, de autor anónimo) y la bizantina. Por el contrario, la novela infrarrealista consistía en un retrato de los bajos fondos sociales, de los menesterosos y el antiheroísmo; como sucede con la novela picaresca (como el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán) y el género celestinesco. 

            

     En medio de este gran vacío, Cervantes propone un realismo que trate “el mundo real”, noveliza la vida ordinaria, en el intermedio entre la degradación y la elevación. Con el Quijote presenta la primera novela sin adjetivos, una novela abierta que lo incluye todo y sea para todos, con un estilo comprensible y con el objetivo de entretener, abandonando cualquier intención de que transcendiese. Y una de las maneras que tiene de hacerlo en el Quijote es mediante el uso de las historias intercaladas. Los primeros capítulos presentan una unidad propia, comienzan las aventuras de don Quijote y Sancho, y hay un único hilo temático, su historia. Pero a lo largo de la novela surgen diversos relatos protagonizados por otros personajes independientes, relatos de diversos géneros como novela pastoril, de cautivos, morisca, picaresca o sentimental. Este fenómeno innovador es interpretado de diversas maneras por la crítica:

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              Numerosas investigaciones están enfocadas en la importancia narrativa que caracteriza a las                   llamadas novelas intercaladas de la obra maestra cervantina. Mientras autores como Riley, han               encontrado en estas novelas intercaladas un carácter relevante para la obra, por ser el tipo de                 interrupciones que crean suspenso y mantienen al lector consciente de la naturaleza ficcional                 de las obras de caballerías (301-10). Otros como Rodríguez- Luís, afirman que estas                                       interrupciones además de quitarles importancia a los personajes principales, el héroe y su                       escudero, indican que Cervantes escribió de una manera desorganizada, aspecto que                                   aparentemente muestra que el autor pretendía alterar el curso de su novela en cualquier                           momento (424-31). [1]

 

     Y, sin embargo, Cervantes no es el único en introducir historias intercaladas en sus obras. Antonio Rey Hazas enumera en “Novelas cortas y episodios en el Quijote de 1605: La venta y la corte en la reestructuración final del texto” [2] una serie de textos de diversos autores que intercalaban también relatos y novelas en sus obras: Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán con cuatro novelas cortas insertadas: la morisca de Ozmín y Daraja, la trágica de Horacio, la caballeresca de don Álvaro de Luna y la de Bonifacio y Dorotea. En 1603 Agustín de Rojas inserta una novela corta en Viaje entretenido, y Lope de Vega inserta piezas teatrales a modo de historias insertadas en Peregrino en su patria (1604). 

 

     Es necesario apuntar que parece ser que la idea original de Cervantes no fue escribir una novela larga, sino una novela ejemplar como las que estaba escribiendo en aquel momento y que fueron públicas en 1613 por Juan de la Cuesta en Madrid — como, por ejemplo, Rinconete y Cortadillo o La ilustre fregona—. Además, este género narrativo tiene su origen en Italia, donde Cervantes había pasado un tiempo al abrigo del cardenal Acquaviva y se empapó del Renacimiento italiano y de autores como Boccaccio, Pertarca, Ariosto y Boyardo. Los primeros seis capítulos podrían haber constituido una novela de caminos, itinerante, que narrase la historia de un hidalgo que,  habiendo perdido la cordura por el exceso de lectura de libros de caballerías [3], decide emprender aventuras en solitario como caballero andante para luchar por los valores y honor, y restablecer los heroicos tiempos de la caballería andante. Regresa maltrecho y enfermo, y tiene lugar el donoso escrutinio de la biblioteca — un ejercicio de crítica literaria—. Cervantes debió ver en esta salida circular tan breve del Quijote y en sus personajes un mayor potencial narrativo, y pasa a escribir una novela más larga, en la que hay lugar para intercalar historias. 

 

     Existen cuatro grandes historias intercaladas: la historia de Marcela y Grisóstomo (novela pastoril), la historia de Cardenio y Dorotea, la historia de El curioso impertinente (novela sentimental), y la historia del capitán cautivo (novela morisca). Según Cervantes, solo son novelas las dos últimas, pero también se pueden considerar historias intercaladas las dos primeras. Además de estas cuatro historias principales, también aparecen diversas historias de mayor brevedad como la del galeote Ginés de Pasmonte, la de doña Clara y don Luis, y, la de Leandra y don Vicente de la Roca, entre otras. 

 

            

[1] Sandra L. Alzate. “Representación de los espacios femeninos en las historias intercaladas del primer Quijote”. Hipertexto nº2 (2005): 9-22

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[2] Antonio Rey Hazas. “Novelas cortas y episodios en el Quijote de 1605: La venta y la corte en la reestructuración final del texto”. Ficciones en la ficción: poéticas de la narración inserta(siglos XV-XVII) / coord. por José Valentín Núñez Rivera, (2013): págs. 181-214.

 

[3] En aquel momento, el ejército se había convertido en una profesión, por lo que los hidalgos (en otros tiempos encargados de servir al rey en la guerra), quedaron en un limbo entre la nobleza y la clase media, sin poder trabajar pero sin tener ninguna fuente de ingresos. Don Quijote dedicaba ese tiempo libre que tenía para leer, y de ahí derivó su locura. 

CARLOTA DE CASTRO

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