Le Corbusier
Pinceladas sobre un genio, un artista y técnico… un arquitecto
“Empleáis piedra, madera y hormigón, y con esos materiales edificáis casas y palacios; esto es construcción. El ingenio funciona. Pero de pronto tocáis mi corazón, me hacéis un bien. Yo me siento feliz y digo: Esto es hermoso. Eso es Arquitectura. El Arte hace su entrada. Mi casa es práctica. Os doy las gracias, como podría dárselas a los técnicos ferroviarios o al servicio de teléfonos. No habéis tocado mi corazón. Pero supongamos que las paredes se alzan hacia el cielo de tal modo que yo me impresiono. Percibo vuestras intenciones. Vuestra actitud ha sido gentil, brutal, encantadora o noble. Así me lo cuentan las piedras que habéis erigido. Me fijáis un lugar y mis ojos lo contemplan. Captan algo que expresa un pensamiento. Un pensamiento que se revela sin palabras ni sonidos, sino tan sólo por medio de formas que sostienen entre si una cierta relación. Estas formas son tales que quedan claramente reveladas en la luz. Las relaciones entre ellas no poseen necesariamente ninguna referencia a o lo que es práctico o descriptivo. Son una creación matemática de vuestra mente. Son el lenguaje de la Arquitectura. Mediante el uso de materiales inertes y partiendo de condiciones más o menos utilitarias, habéis establecido ciertas relaciones que han suscitáis mis emociones. Esto es Arquitectura.”
Le Corbusier
Vers une arquitecture, 1923
El papel absolutamente central y magistral desempeñado por Le Corbusier en el desarrollo de la arquitectura del siglo XX es causa suficiente para examinar con detalle los comienzos de su evolución, y el significado fundamental de su consecución sólo resulta aparente cuando es visto frente a las influencias extremadamente variadas e intensas a las que estuvo sometido en la década transcurrida entre su primera casa, construida en La Chaux-de-Fonds en 1905, cuando tenía dieciocho años, y sus últimas obras realizadas allí en 1916, un año antes de trasladarse a París, y hasta 1929 con sus magnificas villas burguesas. Su habitual pensamiento “dialéctico”, ese juego omnipresente con puntos opuestos - contraste entre sólido y vacío, entre luz y oscuridad, entre Apolo y Medusa- que invade su arquitectura y es evidente como hábito mental en la mayoría de sus textos teóricos.
Le Corbusier nació en 1887, en la ciudad suiza de La Chaux-de-Fonds, situada en el Jura, cerca de la frontera francesa. Una de las primeras imágenes de su adolescencia debió ser esa ciudad industrial, con su retícula altamente racional, reconstruida tras haber sido destruida por el fuego unos veinte años después de su nacimiento. Durante su aprendizaje como diseñador y grabador en la escuela local de artes y oficios, Charles Edouart Jeanneret (tal era su nombre) se adhirió, al final de su adolescencia, a las últimas tendencias del movimiento Arts and Crafts. El cariz Jugendstil de su primera casa, la Villa Fallet de 1905, fue la cristalización de todo lo que le había enseñado su maestro Charles L’Elpatanier, director del curso superior en la escuela de artes aplicadas en La Chaux-de-Fonds. El punto de partida de L’Elpatanier había sido Owen Jones, cuyo libro The Grammar of Ornament (1858) era un compendio de arte decorativo. L’Elpatanier enseñaba a sus alumnos a derivar todo ornamento a partir de su entorno natural inmediato. El tipo y decoración vernáculo de la Villa Fallet eran ejemplares en este aspecto, ya que su forma general era, esencialmente, una variación de las granjas de madera y piedra del Jura, en tanto que sus elementos decorativos procedían de la flora y fauna de la región.
Para L’Elpatanier, el centro cultural de Europa era Viena, y su gran ambición era que su alumno mas brillante recibiera allí las enseñanzas de Josef Hoffmann. Por tanto, en otoño de 1907, Le Corbusier fue enviado a Viena. Al parecer rechazó la oferta de trabajo de Hoffmann y con ella el Jugendstil. En invierno de 1907 coincidió con Tony Garnier en Lyon, precisamente cuando Garnier empezaba a ampliar su proyecto de 1904, para una Cité Industrielle, relacion que marcó un punto de inflexión en su carrera..
La influencia de la Cartuja de Ema en la Toscana en 1907, permanecería en la imaginación de Le Corbusier como una imagen de armonía que sería reinterpretada innumerables veces, primero a gran escala en su proyecto de Immeuble-Villa de 1922 y después, en los tipos de bloque residencial que diseñó en la decada siguiente, para sus hipotéticos planos de ciudades.
En 1908, Le Corbusier obtuvo un empleo temporal en París con Auguste Perret, cuya reputación se había forjado ya a través de su “domesticación” de la estructura de hormigón armado, entonces se convenció de que el betòn armè era el material del futuro. Aparte de su naturaleza monolítica, su durabilidad y su inherente economía, Perret valoraba la estructura de hormigón como agente para resolver el antiquísimo conflicto entre la autenticidad estructural del gótico y los valores humanistas de la forma clásica.
En 1910 fue a Alemania, donde gracias a su libro estableció contacto con las figuras destacadas de la Deutsche Werkburnd, sobre todo con Peter Behrens y Heindrich Tessenow, los dos artistas ejercerían una fuerte influencia en dos de sus obras posteriores, la Villa Jeanneret Père de 1912 y el Scala Cinema de 1916. El contacto con la Werkburnd, le hizo consciente de los logros de la técnica moderna de la construcción, los buques, automóviles y aviones que constituirían la sustancia de su ensayo Des yeux qui ne voirent pas. Antes de regresar a Suiza a ocupar un puesto docente en La Chaux de Fonds, realizó un viaje por los Balcanes y el Asia Menor, reflejado en su Voyage dÓrient de 1913. Ese mismo año estableció su propia oficina en La Chaux de Fonds. En 1915 junto con su amigo de la infacia el ingeniero suizo Max du Bois, dió evolución a dos ideas: su reinterpretación de la estructura Hennebique como la Maisson Domino, que sería la base estructural de la mayoria de sus casas hasta 1935, y les “Villes Pilotis” una ciudad proyectada con pilastras como soportes.
En 1919 la Villa Schwob una síntesis
extraordinaria de todo lo que hubiese
experimentaso hasta el momento. Una
elaborada asimilación del potencial
espacial del sistema Hennebique, que
permitía al autor imponer a una
estructura esqueletoelementos
estilisticos procedentes de Hoffmann,
Perret y Tessenow. Concibió una casa-palacio. El sistema de entrepaños, alternativamente anchos y estrechos y la organización simétrica del plano conferían a la Villa Schwob una estructura innegablemente palladiana. Por primera vez empleó líneas reguladoras, aquel dispositivo clásico utilizado para mantener un control proporcional sobre la fachada. Mas tarde, esto mismo se plasmó en vivienda colectiva concebida como palacio barroco.
A diferencia de sus contemporáneos europeos Gropius y Mies van der Rohe, Le Corbusier ansiaba desarrollar las connotaciones urbanas de su arquitectura. La Ville Contemporaine para tres millones de habitantes fue la demostración definitiva de este aspecto en su obra hasta 1922. Influenciado por las reticuladas ciudades de rascacielos en los Estados Unidos y por la imagen de ciudad corona de Bruno Taut, Le Corbusier proyectó La Ville Contemporaine, como una ciudad capitalista de élite, dedicada a la administración y el control, con ciudades jardín para los trabajadores situadas, junto con la industria, más allá de la zona de seguridad del cinturón verde que abarcaba la ciudad. La ciudad en sí consistía en bloques residenciales de diez a doce pisos de altura, mas veinticuatro torres de oficinas de 60 pisos en el centro, todo ello rodeado por un parque Pintoresco. Aparte de facilitar las “alegrías esenciales” de la luz solar y el verde, la ciudad abierta debía facilitar locomoción, de acuerdo con el aforismo empresarial de Le Corbusier, según el cual, “una ciudad hecha para la rapidez es una ciudad hecha para el éxito”
La contribución mas importante de La Ville Contemporaine fue su unidad Inmeuble-Villa, una adaptación de su Maison Citrohan. “simplificación de la fuente luminosa, un solo paño en cada extremo, dos paredes laterales portantes, un techado plano, una autentica caja usada como casa”. Estas unidades acumuladas en seis plantas dobles, incluían terrazas ajardinadas, una por dúplex, se abrían a nivel de suelo a un recinto rectangular de espacio verde, equipado con elementos recreativos de uso comunitario.
En 1925, volvió al tema de la villa burguesa, primero en su Maison Cook, como demostración de Les 5 points dúne architecture nouvelle publicados en 1926, y después en la Villa Meyer, la Villa Garches de 1927, y la Villa Savoie en 1929. Todas ellas dependían de su expresión de sintaxis de los cinco puntos: 1) los pilotis que elevaban la casa sobre el suelo, 2) el plano libre, conseguido mediante la separación entre las columnas de carga y las paredes subdivisorias del espacio, 3) la fachada libre, el corolario del plano libre en el plano vertical, 4) la larga ventana horizontal deslizante o fenêtre en longueur, y finalmente, 5) el jardín en la cubierta que restauraba, supuestamente, la zona de suelo cubierta por el bosque.
La Villa Savoie, como señala Colin Rowe, puede ser comparada con la Villa Rotonda de Palladio. La planta casi cuadrada de la Villa Savoie, con su planta baja elíptica y su rampa centralizada, puede ser leida como una metáfora compleja para el plano complejo y biaxial de la Rotonda. Ahí termina, sin embargo, toda similaridad, ya que Palladio insiste en la centralidad y Le Corbusier afirma, con la autoimposición de su cuadrado, las cualidades de espiral de la asimetría, la rotación y la dispersión periférica. Sin olvidar que Le Corbusier puso bien en claro el clasicismo inminente de la Villa Savoie.
*Imágenes y textos extraídos del libro Historia crítica de la arquitectura moderna, Kenneth Frampton, GG 1989